Un inicio de año violento
ROMA, domingo, 16 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz el 1 de enero estaba dedicado al tema de la libertad religiosa y los problemas creados por la persecución de los cristianos en muchas partes del mundo.
El Papa comentaba que "el año que termina también ha estado marcado lamentablemente por persecuciones, discriminaciones, por terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa".
Desgraciadamente 2011 no parece que vaya a ser mejor. Apenas media hora después de haber comenzado el nuevo año explotaba una bomba en el exterior de la iglesia copta de los Santos, en la ciudad egipcia de Alejandría, mientras 1.000 personas salían de ella, informó el 1 de enero Associated Press. La cifra inicial de muertes fue de 21, que aumentaron después hasta las 25, y cerca de un centenar resultaron heridas.
Según un reportaje de la BBC del 1 de enero, tras la explosión, el presidente del país, Hosni Mubarak, llamó a la unidad contra el terrorismo de musulmanes y cristianos. En los días que siguieron a la explosión se produjeron varios enfrentamientos entre grupos de cristianos y musulmanes.
"La sangre de sus mártires se mezcló en Alejandría para decirnos a todos que todo Egipto es objetivo y que el terrorismo ciego no diferencia entre un copto y un musulmán", declaró el presidente en una emisión de la televisión estatal, informaba la BBC.
La BBC señalaba que era la segunda Navidad consecutiva amargada por el derramamiento de sangre de la comunidad copta de Egipto. El 6 de enero de 2010, seis fieles y un oficial de policía musulmán fueron asesinados en un tiroteo desde un vehículo cerca de una iglesia en la ciudad sureña de Naga Hamady.
El ataque no disuadió a la gente de volver al día siguiente a la misa de la mañana, según un artículo del New York Times del 2 de enero. Según el reportaje, los bancos de la iglesia estaban casi llenos.
Benedicto XVI condenó el ataque. Hablando tras su mensaje del ángelus del 2 de enero, el Pontífice deploraba tanto el ataque de Egipto como las bombas colocadas cerca de las casas de los cristianos de Irak en días anteriores.
Grave escalada de violencia
Los ataques, decía el pontífice, eran una ofensa a Dios y a la humanidad. Animaba a las comunidades eclesiales a perseverar en la fe y en el testimonio del mensaje de no violencia contenido en los Evangelios.
La iglesia copta hacía pública una declaración, calificando el ataque como una "grave escalada" de violencia contra los cristianos, informaba el 3 de enero el Los Angeles Times.
La declaración pedía una investigación pública del ataque y solicitaba de las autoridades que hicieran públicos los detalles del crimen cuanto antes.
La bomba de Egipto fue precedida de la violencia en Irak. Se colocaron diez bombas cerca de los hogares de familias cristianas en Bagdad. Las explosiones causaron la muerte de dos personas, con 20 heridos, informaba el 30 de diciembre el New York Times.
El último ataque tuvo lugar después de que varios pistoleros entraran en la Iglesia de Nuestra Señora de la Salvación de Bagdad en octubre, causando la muerte de docenas de fieles.
Antes de las últimas bombas, muchas iglesias habían cancelado sus celebraciones de Navidad, por temor a posibles agresiones de los extremistas islámicos.
Según el New York Times, desde octubre al menos 1.000 familias cristianas han abandonado Irak, buscando refugio en Siria, Turquía y otros lugares. Algunos estiman que más de la mitad de los 1,4 millones de cristianos del país han abandonado Irak desde 2003.
Violencia en aumento
La India es otro país en el que los cristianos se han estado enfrentando a hostilidades y, según un informe al finalizar el año de Compass Direct, ha habido un aumento en los asaltos en la pasada década.
Según el informe del 30 de diciembre, los cristianos de la India han sido el objetivo de más de 130 ataques al año desde el 2001, con cifras bastante más altas en el 2007 y en el 2008. En el 2010 hubo al menos 149 ataques violentos.
La mayoría de los incidentes tuvieron lugar en sólo cuatro estados: dos estados colindantes en el sur de la India, Karnataka y Andhra Pradesh, y dos estados vecinos en el norte, Madhya Pradesh y Chhattisgarh.
De los 23 millones de cristianos de la India, 2,7 millones viven en los cuatro estados que han sufrido los brotes acontecimientos de persecución cristiana.
La situación es no menos grave en el vecino Pakistán. A fines de año, miles de personas marcharon en la capital de la nación, Islamabad, protestando contra cualquier cambio de las leyes de la blasfemia, informaba el 1 de enero el New York Times.
Los cristianos suelen ser objetivo de acusaciones bajo las leyes de la blasfemia. El caso más reciente es el de Asia Bibi, madre de cinco hijos, sentenciada a muerte tras ser acusada de blasfemia.
El encono de los sentimientos acerca de las leyes de la blasfemia se mostró de forma brutal cuando Salman Taseer, gobernador de la provincia del Punjab, era asesinado por uno de sus escoltas. Taseer había hablado a favor de las mujeres y de las minorías religiosas, según un reportaje de Reuters del 4 de enero.
El escolta, Malik Mumtaz Hussain Qadr, citaba la oposición de Taseer a las leyes de blasfemia para justificar sus acciones.
"Salman Taseer es un blasfemo y este es el castigo para un blasfemo", decía Qadr en comentarios difundidos por televisión
Tensiones en China
La violencia no es la única preocupación de la Iglesia católica. En diciembre aumentaron las tensiones con el gobierno chino como resultado de la decisión de las autoridades de obligar a todos los obispos a asistir a una reunión.
El Papa dijo a los obispos católicos que no asistieran al encuentro, informaba el 7 de diciembre el Washington Post. Según el artículo, el gobierno no dio otra opción a los obispos, y se describía una escena en la que la policía en la catedral de Jing, en la provincia de Hebei, sacaba al obispo Feng Xinmao tras seis horas de aislamiento.
"Mons. Feng ha sido secuestrado y forzado a asistir a esa reunión", decía un fraile, entrevistado por teléfono y que hablaba a condición de que se mantuviera su anonimato por miedo a las represalias, informaba el Washington Post.
El artículo observaba que la reunión tuvo lugar sólo dos semanas después de la ordenación de un nuevo obispo en la provincia de Hebei, sin la aprobación del Vaticano.
En una nota con fecha del 17 de diciembre el Vaticano criticaba la decisión de las autoridades chinas de celebrar la reunión.
Libertad
"La manera en la que se convocó y su desarrollo manifiestan una actitud represiva en relación con el ejercicio de la libertad religiosa, que se esperaba ya superada en la China actual", afirmaba la declaración hecha pública por el Vatican Information Service.
"El deseo persistente de controlar la esfera más íntima de la vida de los ciudadanos, es decir, su conciencia, y de interferir en la vida interna de la Iglesia Católica no hace honor a China", añadía.
Posteriormente, en su mensaje "urbi et orbi" del 25 de diciembre, Benedicto XVI pedía que la celebración de la Navidad consolidara la fe y la valentía de la Iglesia en la China continental.
Las autoridades chinas, sin embargo, no mostraron señal alguna de cambio, y, como reacción al mensaje de Navidad del Papa que lamentaba la falta de libertad religiosa en China, advirtieron que el Vaticano debe "enfrentarse a los hechos" sobre la religión en China si quiere mejorar las relaciones, informaba el 28 de diciembre el periódico London Telegraph.
"El derecho a la libertad religiosa se funda en la misma dignidad de la persona humana, cuya naturaleza trascendente no se puede ignorar o descuidar", afirmaba el Papa en su Mensaje para Jornada Mundial de la Paz.
"La libertad religiosa", añadía el Santo Padre, "se ha de entender no sólo como ausencia de coacción, sino antes aún como capacidad de ordenar las propias opciones según la verdad". Una verdad ante la que al parecer no todos parecen estar abiertos.
El Papa comentaba que "el año que termina también ha estado marcado lamentablemente por persecuciones, discriminaciones, por terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa".
Desgraciadamente 2011 no parece que vaya a ser mejor. Apenas media hora después de haber comenzado el nuevo año explotaba una bomba en el exterior de la iglesia copta de los Santos, en la ciudad egipcia de Alejandría, mientras 1.000 personas salían de ella, informó el 1 de enero Associated Press. La cifra inicial de muertes fue de 21, que aumentaron después hasta las 25, y cerca de un centenar resultaron heridas.
Según un reportaje de la BBC del 1 de enero, tras la explosión, el presidente del país, Hosni Mubarak, llamó a la unidad contra el terrorismo de musulmanes y cristianos. En los días que siguieron a la explosión se produjeron varios enfrentamientos entre grupos de cristianos y musulmanes.
"La sangre de sus mártires se mezcló en Alejandría para decirnos a todos que todo Egipto es objetivo y que el terrorismo ciego no diferencia entre un copto y un musulmán", declaró el presidente en una emisión de la televisión estatal, informaba la BBC.
La BBC señalaba que era la segunda Navidad consecutiva amargada por el derramamiento de sangre de la comunidad copta de Egipto. El 6 de enero de 2010, seis fieles y un oficial de policía musulmán fueron asesinados en un tiroteo desde un vehículo cerca de una iglesia en la ciudad sureña de Naga Hamady.
El ataque no disuadió a la gente de volver al día siguiente a la misa de la mañana, según un artículo del New York Times del 2 de enero. Según el reportaje, los bancos de la iglesia estaban casi llenos.
Benedicto XVI condenó el ataque. Hablando tras su mensaje del ángelus del 2 de enero, el Pontífice deploraba tanto el ataque de Egipto como las bombas colocadas cerca de las casas de los cristianos de Irak en días anteriores.
Grave escalada de violencia
Los ataques, decía el pontífice, eran una ofensa a Dios y a la humanidad. Animaba a las comunidades eclesiales a perseverar en la fe y en el testimonio del mensaje de no violencia contenido en los Evangelios.
La iglesia copta hacía pública una declaración, calificando el ataque como una "grave escalada" de violencia contra los cristianos, informaba el 3 de enero el Los Angeles Times.
La declaración pedía una investigación pública del ataque y solicitaba de las autoridades que hicieran públicos los detalles del crimen cuanto antes.
La bomba de Egipto fue precedida de la violencia en Irak. Se colocaron diez bombas cerca de los hogares de familias cristianas en Bagdad. Las explosiones causaron la muerte de dos personas, con 20 heridos, informaba el 30 de diciembre el New York Times.
El último ataque tuvo lugar después de que varios pistoleros entraran en la Iglesia de Nuestra Señora de la Salvación de Bagdad en octubre, causando la muerte de docenas de fieles.
Antes de las últimas bombas, muchas iglesias habían cancelado sus celebraciones de Navidad, por temor a posibles agresiones de los extremistas islámicos.
Según el New York Times, desde octubre al menos 1.000 familias cristianas han abandonado Irak, buscando refugio en Siria, Turquía y otros lugares. Algunos estiman que más de la mitad de los 1,4 millones de cristianos del país han abandonado Irak desde 2003.
Violencia en aumento
La India es otro país en el que los cristianos se han estado enfrentando a hostilidades y, según un informe al finalizar el año de Compass Direct, ha habido un aumento en los asaltos en la pasada década.
Según el informe del 30 de diciembre, los cristianos de la India han sido el objetivo de más de 130 ataques al año desde el 2001, con cifras bastante más altas en el 2007 y en el 2008. En el 2010 hubo al menos 149 ataques violentos.
La mayoría de los incidentes tuvieron lugar en sólo cuatro estados: dos estados colindantes en el sur de la India, Karnataka y Andhra Pradesh, y dos estados vecinos en el norte, Madhya Pradesh y Chhattisgarh.
De los 23 millones de cristianos de la India, 2,7 millones viven en los cuatro estados que han sufrido los brotes acontecimientos de persecución cristiana.
La situación es no menos grave en el vecino Pakistán. A fines de año, miles de personas marcharon en la capital de la nación, Islamabad, protestando contra cualquier cambio de las leyes de la blasfemia, informaba el 1 de enero el New York Times.
Los cristianos suelen ser objetivo de acusaciones bajo las leyes de la blasfemia. El caso más reciente es el de Asia Bibi, madre de cinco hijos, sentenciada a muerte tras ser acusada de blasfemia.
El encono de los sentimientos acerca de las leyes de la blasfemia se mostró de forma brutal cuando Salman Taseer, gobernador de la provincia del Punjab, era asesinado por uno de sus escoltas. Taseer había hablado a favor de las mujeres y de las minorías religiosas, según un reportaje de Reuters del 4 de enero.
El escolta, Malik Mumtaz Hussain Qadr, citaba la oposición de Taseer a las leyes de blasfemia para justificar sus acciones.
"Salman Taseer es un blasfemo y este es el castigo para un blasfemo", decía Qadr en comentarios difundidos por televisión
Tensiones en China
La violencia no es la única preocupación de la Iglesia católica. En diciembre aumentaron las tensiones con el gobierno chino como resultado de la decisión de las autoridades de obligar a todos los obispos a asistir a una reunión.
El Papa dijo a los obispos católicos que no asistieran al encuentro, informaba el 7 de diciembre el Washington Post. Según el artículo, el gobierno no dio otra opción a los obispos, y se describía una escena en la que la policía en la catedral de Jing, en la provincia de Hebei, sacaba al obispo Feng Xinmao tras seis horas de aislamiento.
"Mons. Feng ha sido secuestrado y forzado a asistir a esa reunión", decía un fraile, entrevistado por teléfono y que hablaba a condición de que se mantuviera su anonimato por miedo a las represalias, informaba el Washington Post.
El artículo observaba que la reunión tuvo lugar sólo dos semanas después de la ordenación de un nuevo obispo en la provincia de Hebei, sin la aprobación del Vaticano.
En una nota con fecha del 17 de diciembre el Vaticano criticaba la decisión de las autoridades chinas de celebrar la reunión.
Libertad
"La manera en la que se convocó y su desarrollo manifiestan una actitud represiva en relación con el ejercicio de la libertad religiosa, que se esperaba ya superada en la China actual", afirmaba la declaración hecha pública por el Vatican Information Service.
"El deseo persistente de controlar la esfera más íntima de la vida de los ciudadanos, es decir, su conciencia, y de interferir en la vida interna de la Iglesia Católica no hace honor a China", añadía.
Posteriormente, en su mensaje "urbi et orbi" del 25 de diciembre, Benedicto XVI pedía que la celebración de la Navidad consolidara la fe y la valentía de la Iglesia en la China continental.
Las autoridades chinas, sin embargo, no mostraron señal alguna de cambio, y, como reacción al mensaje de Navidad del Papa que lamentaba la falta de libertad religiosa en China, advirtieron que el Vaticano debe "enfrentarse a los hechos" sobre la religión en China si quiere mejorar las relaciones, informaba el 28 de diciembre el periódico London Telegraph.
"El derecho a la libertad religiosa se funda en la misma dignidad de la persona humana, cuya naturaleza trascendente no se puede ignorar o descuidar", afirmaba el Papa en su Mensaje para Jornada Mundial de la Paz.
"La libertad religiosa", añadía el Santo Padre, "se ha de entender no sólo como ausencia de coacción, sino antes aún como capacidad de ordenar las propias opciones según la verdad". Una verdad ante la que al parecer no todos parecen estar abiertos.
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