sábado, 22 de enero de 2011

Meditación para el sexto día de la Semana por la Unidad de los Cristianos


Fuertes en la oración para actuar
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 22 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario a los textos bíblicos y de oración escogidos para el sexto día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el 23 de enero.
El texto forma parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos. La base del texto ha sido redactada por un equipo de representantes ecuménicos de Jerusalén.
Fuertes en la oración para actuar

Lecturas
Jonás 2, 1-9
¡La salvación se halla en el Señor!
Salmo 67, 1-7
¡Oh Dios, que todos los pueblos te alaben!
1 Timoteo 2, 1-8
Que se hagan peticiones por toda la humanidad, por los reyes y por todos los que tienen autoridad…
Mateo 6, 5-15
 Hágase tu voluntad…
Comentario
Después de la asiduidad a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión fraterna y a la fracción del pan, la cuarta característica notable de la Iglesia primitiva de Jerusalén es la vida de oración. Los cristianos de Jerusalén y de otras partes tienen hoy experiencia de esta oración en la cual encuentran el poder y la fuerza necesarios. Por su testimonio, los cristianos de Jerusalén nos piden hoy tomar mejor conciencia de la manera como nos enfrentamos ante las situaciones de injusticia y desigualdad, allí donde estamos. En todo eso, es la oración la que da a los cristianos la fuerza para ejercer la misión común.
En Jonás, es la intensidad de la oración lo que permite la fantástica liberación del vientre del cetáceo. Su oración es sincera porque ella se eleva a los que se arrepienten de haber evitado la voluntad de Dios: se desvió de la llamada del Señor a profetizar, y fue llevado a un lugar sin esperanza. Y allí Dios va a escuchar su oración liberándole para permitirle su misión.
El salmo nos pide orar para que el rostro de Dios brille sobre nosotros, no solamente para nuestro propio beneficio, sino para que su ley sea conocida “entre todas las naciones”.
La Iglesia apostólica nos recuerda que la oración forma parte del poder y de la aptitud a la misión y a la profecía para el mundo. La carta de Pablo a Timoteo nos enseña aquí a rogar especialmente por los que tienen autoridad en el mundo, para que llevemos juntos una vida tranquila y pacífica. Oramos por para la unidad de nuestras sociedades y de nuestros países, y por la unidad de toda la humanidad en Dios. Nuestra oración por la unidad en Cristo se extiende al mundo entero.
El dinamismo de esta vida de oración se arraiga en la enseñanza del Señor a sus discípulos. En nuestra lectura del evangelio según san Mateo, nos proponemos hablar de la oración como una fuerza “secreta” que no es fruto ni de la ostentación ni del espectáculo, sino de la humilde presencia del Señor. La enseñanza de Jesús se resume en el Padre Nuestro. Al decirlo juntos, formamos un pueblo unido que busca la voluntad del Padre y la edificación de su Reino aquí mismo sobre la tierra, y somos llamados a una vida de perdón y reconciliación.
Oración
Dios Padre nuestro, nos alegramos de que en todo momento, lugar y cultura, la gente se vuelve hacia ti para orar. Te damos gracias sobre todo por el ejemplo y la enseñanza de tu Hijo, Jesucristo, que nos enseñó a perseverar en la oración para que venga tu reino. Enséñanos a orar mejor entre los cristianos reunidos, para que tengamos siempre conciencia que tú nos guías y nos animas a través de todas nuestras alegrías y nuestros dolores, con la fuerza del Espíritu Santo. Amén.

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