Libertad religiosa es más que libertad de culto con restricciones
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI pidió hoy a los países musulmanes, especialmente en Oriente Medio, un mayor respeto a las minorías cristianas, así como una mayor libertad religiosa en países de régimen comunista, como China y Cuba.
El tema de la libertad religiosa fue de nuevo, como lo está siendo en sus últimos discursos, el centro de su intervención durante la tradicional audiencia de primeros de año a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, celebrada hoy en la Sala Regia del Palacio Apostólico.
El Papa quiso recordar, al inicio de su discurso, los trágicos ataques contra cristianos sucedidos durante las recientes fiestas de Navidad, así como el reciente Sínodo Especial de los Obispos para Oriente Medio.
Uno de los puntos que el Papa subrayó, en su repaso de la situación de los cristianos en los países musulmanes, es la distinción entre la verdadera libertad religiosa y la mera libertad de culto, reconocida en estos países.
“El derecho a la libertad religiosa no se aplica plenamente allí donde sólo se garantiza la libertad de culto, y además con limitaciones”, destacó el Papa.
Por ello, exhortó a estos países a que promuevan “la plena salvaguarda de la libertad religiosa y de los demás derechos humanos, mediante programas que, desde la escuela primaria y en el marco de la enseñanza religiosa, enseñen a respetar a todos los hermanos en humanidad”.
Se refirió en primer lugar a la situación de los cristianos en Iraq, mostrando su “consternación” por “los atentados que han sembrado la muerte, el dolor y la angustia entre los cristianos de Iraq, hasta el punto de inducirlos a dejar la tierra de sus padres en la que han vivido desde siglos”.
El Pontífice quiso renovar su “apremiante llamamiento” a las autoridades civiles y religiosas iraquíes a “trabajar para que sus conciudadanos cristianos puedan vivir con seguridad y puedan seguir dando su aportación a la sociedad de la que son miembros con pleno derecho”.
En segundo lugar, quiso recordar el reciente atentado contra la comunidad copta en Alejandría, signo, afirmó, de la “urgente necesidad de que los Gobiernos de la Región adopten, a pesar de las dificultades y amenazas, medidas eficaces para la protección de las minorías religiosas”.
“Si es necesario lo diremos una vez más. En Oriente Medio, los cristianos son ciudadanos originarios y auténticos, leales a su patria y, por ende, cumplen con sus deberes nacionales. Es normal que ellos puedan gozar de todos los derechos como ciudadanos, de la libertad de conciencia y de culto, de la libertad en el ámbito de la educación y de la enseñanza en el ámbito de los medios de comunicación”, recordó, citando el Mensaje conclusivo del reciente Sínodo.
En este sentido, el Papa alabó “la preocupación por los derechos de los más débiles y la clarividencia política que algunos países de Europa han demostrado en estos últimos días, pidiendo una respuesta concertada de la Unión Europea para que los cristianos sean protegidos en Oriente Medio”.
“Por lo que respecta a los Estados de la Península Arábica, donde viven numerosos trabajadores cristianos inmigrantes, espero que la Iglesia católica pueda disponer de estructuras pastorales apropiadas”, pidió el Papa.
Paquistán y Extremo Oriente
Siguiendo su recorrido por Asia, el Papa Benedicto XVI incidió una vez más sobre la situación de Paquistán, y especialmente, la situación creada por el abuso de la ley antiblasfemia, en el tristemente conocido caso de Asia Bibi, mujer cristiana condenada a la horca por supuesta blasfemia.
El Papa pidió al país que lleve a cabo “los esfuerzos necesarios para abrogar” esta ley, “tanto más cuanto es evidente que sirve de pretexto para cometer injusticias y violencias contra las minorías religiosas”.
“El trágico asesinato del Gobernador del Punjab pone de manifiesto la urgencia de proceder en este sentido: la veneración a Dios promueve la fraternidad y el amor, no el odio o la división”, afirmó.
También se refirió a las “situaciones preocupantes, a veces violentas, en el Sur y Sureste del continente asiático, en países que tienen por otra parte una tradición de relaciones sociales pacíficas”.
“El peso particular de una determinada religión en una nación jamás debería implicar la discriminación en la vida social de los ciudadanos que pertenecen a otra confesión o, peor aún, que se consienta la violencia contra ellos”, afirmó el Papa.
Al respecto, subrayó la importancia de que el diálogo interreligioso “favorezca un compromiso común para reconocer y promover la libertad religiosa de todas las personas y comunidades”.
“Por último, como ya he recordado, la violencia contra los cristianos no perdona ni siquiera a África. Un triste testimonio de ello son los ataques contra dos lugares de culto en Nigeria, mientras se celebraba el Nacimiento de Cristo”, añadió.
Países comunistas
Por otra parte, el Papa quiso recordar la situación de los cristianos en los países de régimen comunista, especialmente China y Cuba.
En ellos, a pesar de que “la Constitución reconoce una cierta libertad religiosa”, la vida de las comunidades religiosas “se hace, de hecho, difícil y a veces incluso insegura”, pues “el ordenamiento jurídico o social se inspira en sistemas filosóficos y políticos que postulan un estricto control, por no decir un monopolio, del Estado sobre la sociedad”.
“Es necesario que cesen tales ambigüedades, de manera que los creyentes no tengan ya que debatirse entre la fidelidad a Dios y la lealtad a su patria”, afirmó el Papa.
Pidió especialmente que se garantice “a la comunidad católica la plena autonomía de organización y la libertad de cumplir su misión, conforme a las normas y estándares internacionales en este ámbito”.
“En este momento, mi pensamiento vuelve de nuevo a las comunidades católicas de China continental y a sus Pastores, que viven un momento de dificultad y de prueba”, afirmó el Papa.
Por otro lado, quiso dirigir “una palabra de ánimo a las autoridades de Cuba”, para que “el diálogo que felizmente se ha instaurado con la Iglesia se refuerce y amplíe todavía más”.
En otro momento, el Papa insistió que “la dimensión religiosa es una característica innegable e irreprimible del ser y del obrar del hombre, la medida de la realización de su destino y de la construcción de la comunidad a la que pertenece”.
“Por consiguiente, cuando el mismo individuo, o los que están a su alrededor, olvidan o niegan este aspecto fundamental, se crean desequilibrios y conflictos en todos los sentidos, tanto en el aspecto personal como interpersonal”.
El derecho a la libertad religiosa “es en realidad el primer derecho, porque históricamente ha sido afirmado en primer lugar, y porque, por otra parte, tiene como objeto la dimensión constitutiva del hombre, es decir, su relación con el Creador”.
“Me parece que hoy la sociedad, sus responsables y la opinión pública, son más conscientes, incluso aunque no siempre de manera exacta, la gravedad de esta herida contra la dignidad y la libertad de homo religiosus, sobre la que he querido llamar la atención de todos en muchas ocasiones”, concluyó.
El tema de la libertad religiosa fue de nuevo, como lo está siendo en sus últimos discursos, el centro de su intervención durante la tradicional audiencia de primeros de año a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, celebrada hoy en la Sala Regia del Palacio Apostólico.
El Papa quiso recordar, al inicio de su discurso, los trágicos ataques contra cristianos sucedidos durante las recientes fiestas de Navidad, así como el reciente Sínodo Especial de los Obispos para Oriente Medio.
Uno de los puntos que el Papa subrayó, en su repaso de la situación de los cristianos en los países musulmanes, es la distinción entre la verdadera libertad religiosa y la mera libertad de culto, reconocida en estos países.
“El derecho a la libertad religiosa no se aplica plenamente allí donde sólo se garantiza la libertad de culto, y además con limitaciones”, destacó el Papa.
Por ello, exhortó a estos países a que promuevan “la plena salvaguarda de la libertad religiosa y de los demás derechos humanos, mediante programas que, desde la escuela primaria y en el marco de la enseñanza religiosa, enseñen a respetar a todos los hermanos en humanidad”.
Se refirió en primer lugar a la situación de los cristianos en Iraq, mostrando su “consternación” por “los atentados que han sembrado la muerte, el dolor y la angustia entre los cristianos de Iraq, hasta el punto de inducirlos a dejar la tierra de sus padres en la que han vivido desde siglos”.
El Pontífice quiso renovar su “apremiante llamamiento” a las autoridades civiles y religiosas iraquíes a “trabajar para que sus conciudadanos cristianos puedan vivir con seguridad y puedan seguir dando su aportación a la sociedad de la que son miembros con pleno derecho”.
En segundo lugar, quiso recordar el reciente atentado contra la comunidad copta en Alejandría, signo, afirmó, de la “urgente necesidad de que los Gobiernos de la Región adopten, a pesar de las dificultades y amenazas, medidas eficaces para la protección de las minorías religiosas”.
“Si es necesario lo diremos una vez más. En Oriente Medio, los cristianos son ciudadanos originarios y auténticos, leales a su patria y, por ende, cumplen con sus deberes nacionales. Es normal que ellos puedan gozar de todos los derechos como ciudadanos, de la libertad de conciencia y de culto, de la libertad en el ámbito de la educación y de la enseñanza en el ámbito de los medios de comunicación”, recordó, citando el Mensaje conclusivo del reciente Sínodo.
En este sentido, el Papa alabó “la preocupación por los derechos de los más débiles y la clarividencia política que algunos países de Europa han demostrado en estos últimos días, pidiendo una respuesta concertada de la Unión Europea para que los cristianos sean protegidos en Oriente Medio”.
“Por lo que respecta a los Estados de la Península Arábica, donde viven numerosos trabajadores cristianos inmigrantes, espero que la Iglesia católica pueda disponer de estructuras pastorales apropiadas”, pidió el Papa.
Paquistán y Extremo Oriente
Siguiendo su recorrido por Asia, el Papa Benedicto XVI incidió una vez más sobre la situación de Paquistán, y especialmente, la situación creada por el abuso de la ley antiblasfemia, en el tristemente conocido caso de Asia Bibi, mujer cristiana condenada a la horca por supuesta blasfemia.
El Papa pidió al país que lleve a cabo “los esfuerzos necesarios para abrogar” esta ley, “tanto más cuanto es evidente que sirve de pretexto para cometer injusticias y violencias contra las minorías religiosas”.
“El trágico asesinato del Gobernador del Punjab pone de manifiesto la urgencia de proceder en este sentido: la veneración a Dios promueve la fraternidad y el amor, no el odio o la división”, afirmó.
También se refirió a las “situaciones preocupantes, a veces violentas, en el Sur y Sureste del continente asiático, en países que tienen por otra parte una tradición de relaciones sociales pacíficas”.
“El peso particular de una determinada religión en una nación jamás debería implicar la discriminación en la vida social de los ciudadanos que pertenecen a otra confesión o, peor aún, que se consienta la violencia contra ellos”, afirmó el Papa.
Al respecto, subrayó la importancia de que el diálogo interreligioso “favorezca un compromiso común para reconocer y promover la libertad religiosa de todas las personas y comunidades”.
“Por último, como ya he recordado, la violencia contra los cristianos no perdona ni siquiera a África. Un triste testimonio de ello son los ataques contra dos lugares de culto en Nigeria, mientras se celebraba el Nacimiento de Cristo”, añadió.
Países comunistas
Por otra parte, el Papa quiso recordar la situación de los cristianos en los países de régimen comunista, especialmente China y Cuba.
En ellos, a pesar de que “la Constitución reconoce una cierta libertad religiosa”, la vida de las comunidades religiosas “se hace, de hecho, difícil y a veces incluso insegura”, pues “el ordenamiento jurídico o social se inspira en sistemas filosóficos y políticos que postulan un estricto control, por no decir un monopolio, del Estado sobre la sociedad”.
“Es necesario que cesen tales ambigüedades, de manera que los creyentes no tengan ya que debatirse entre la fidelidad a Dios y la lealtad a su patria”, afirmó el Papa.
Pidió especialmente que se garantice “a la comunidad católica la plena autonomía de organización y la libertad de cumplir su misión, conforme a las normas y estándares internacionales en este ámbito”.
“En este momento, mi pensamiento vuelve de nuevo a las comunidades católicas de China continental y a sus Pastores, que viven un momento de dificultad y de prueba”, afirmó el Papa.
Por otro lado, quiso dirigir “una palabra de ánimo a las autoridades de Cuba”, para que “el diálogo que felizmente se ha instaurado con la Iglesia se refuerce y amplíe todavía más”.
En otro momento, el Papa insistió que “la dimensión religiosa es una característica innegable e irreprimible del ser y del obrar del hombre, la medida de la realización de su destino y de la construcción de la comunidad a la que pertenece”.
“Por consiguiente, cuando el mismo individuo, o los que están a su alrededor, olvidan o niegan este aspecto fundamental, se crean desequilibrios y conflictos en todos los sentidos, tanto en el aspecto personal como interpersonal”.
El derecho a la libertad religiosa “es en realidad el primer derecho, porque históricamente ha sido afirmado en primer lugar, y porque, por otra parte, tiene como objeto la dimensión constitutiva del hombre, es decir, su relación con el Creador”.
“Me parece que hoy la sociedad, sus responsables y la opinión pública, son más conscientes, incluso aunque no siempre de manera exacta, la gravedad de esta herida contra la dignidad y la libertad de homo religiosus, sobre la que he querido llamar la atención de todos en muchas ocasiones”, concluyó.
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