Tuya, Dios, es la alabanza en Sión.
Para nosotros solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para quien nosotros existimos; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual han sido creadas todas las cosas y por quien nosotros también existimos.
Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo envió.
Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
El que ofrece sacrificios de alabanza me honrará, y al que ordene su camino, le mostraré la salvación de Dios.
Vi una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos. Clamaban a gran voz, diciendo: ¡La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero! diciendo: ¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder y la fortaleza sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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