lunes, 8 de noviembre de 2010

EL PAPA EN ESPAÑA III

Portavoces vaticanos: El Papa ha impulsado en España su prioridad
Anunciar el primado de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 8 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Los dos días que Benedicto XVI ha pasado en España han servido para dar un impulso decisivo al objetivo central de su pontificado: presentar el amor de Dios como la prioridad de la existencia, constatan el director del diario vaticano y el de la Oficina de Información de la Santa Sede.Giovanni Maria Vian, director de "L'Osservatore Romano", al hacer un balance de la peregrinación apostólica a Santiago de Compostela y Barcelona, entre el 6 y el 7 de noviembre, reconoce que "el sucesor de Pedro ha mostrado aún más claramente el sentido de su camino y el de la Iglesia: presentar al mundo a Dios, que es amigo de los hombres, y les ha invitado a su casa".
"Una casa cuya belleza puede únicamente intuirse en el Pórtico de la Gloria, que acoge a los peregrinos que llegan a Compostela y, en Barcelona, en ese busque de Dios que Gaudí, artista visionario y auténtico cristiano, quiso que se elevara en el centro de la ciudad de los hombres. De este modo, pueden contemplar su presencia entre ellos, su inefable maravilla y sabrán acogerle", explica el responsable del diario vaticano.
Por su parte, el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede y de Radio Vaticano, al hacer un balance de la visita confirma que anunciar el primado de Dios "es la prioridad de este pontificado".
"Dios ha estado verdaderamete en el centro de los discursos, tanto de la primera como de la segunda etapa, pues el encuentro con Dios es la meta de la peregrinación. El Papa piensa mucho en el riesgo del olvido de Dios y de la indiferencia ante la trascendencia en nuestra cultura y en nuestro tiempo y, por tanto, se siente comprometido en recordar a los hombres la relación fundamental con Dios", añade el padre Lombardi.
"Desde Santiago, el Papa ha dirigido también palabras muy fuertes ligadas al tema de Dios y de las raíces cristianas para Europa", sigue explicando. "Ha advertido a Europa, con una apasionada admonición de lo que llegaría a ser si olvidara la importancia de la presencia de Dios en nuestra vida, si se olvidara el significado de las cruces que se encuentran en los cruces de nuestras calles y dejaran así de hacer referencia al valor del amor y de la entrega de Dios a nosotros y de nosotros a los demás en nuestra vida".
"En la etapa de Barcelona, me parce que el tema de la unión entre verdad y belleza, entre fe y arte, entre fe, arte y liturgia de la Iglesia, ha sido expresado de una manera verdaderamente única por el lugar en el que tuvo lugar la celebración. No creo que durante el pontificado haya tenido lugar otra liturgia de consagración en un ambiente semejante y tan expresivo de la riqueza de los significados de esta liturgia".
Y la gente ha comprendido
El padre Lombardi considera que los católicos españoles que han seguido de cerca este viaje del Papa, en particular los participantes en las dos celebraciones eucarísticas, han comprendido bien el mensaje del Papa.
"La gente, si escucha, comprende. Creo que nos encontramos ante un mensaje que pasa a través de un acontecimiento con toda su complejidad y riqueza. En cierto sentido, en esto consiste la belleza misteriosa de la liturgia de la Iglesia, pues expresa a través de hechos, palabras, cantos, y en este caso también a través de las formas artísticas de la escultura y de la arquitectura, la riqueza de un mensaje", afirma en referencia a la Sagrada Familia de Antoni Gaudí.
El portavoz concluye considerando que la consagración de la basílica de Gaudí tendrá "un significado importante" para la historia: será para la Iglesia "un mensaje de compromiso para prestar cada vez más atención a la dignidad del lenguaje con el que se expresa la realidad sagrada, la relación con Dios y la vida de la comunidad cristiana".
Por Jesús Colina



Benedicto XVI en Barcelona: entre la acogida popular y el ruido mediático
Análisis de la visita papal a España
BARCELONA, lunes 8 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Uno de los pioneros del catolicismo en Cataluña fue el obispo mártir de Tarragona, San Fructuoso (+259). El pueblo fiel lo sigue recordando en sus canciones como la "blanca gaviota sobre el mar tempestuoso". También Benedicto XVI ha sido esta blanca gaviota que acaba de pasar para confirmar en la fe a un pueblo que nada en un mar social tempestuoso y lleno de incertidumbres.
Dos días antes de la llegada de Benedicto XVI en Barcelona, el vaticanista Sandro Magister ya avisaba en las páginas de La Vanguardia que este Papa " respecto a la opinión pública alta, la que domina los medios de comunicación, está sujeto a fuertes críticas", las cuales, añadía, "no las comparte el gran público": es un Papa "mucho mejor entendido, en su sustancia, por el público sencillo".
Y eso justamente ha sucedido en Barcelona: han convivido fuertes críticas y una corriente de simpatía del pueblo que se acercó a verlo directamente.
Fuertes críticas
Unas pocas palabras en el vuelo Roma-Santiago bastaron para provocar que varios medios decidieran interpretar todo lo que seguiría sólo en clave de confrontación política. El Paísafirmaba que "el Papa carga contra el laicismo de España"; El Periódico: "El Papa liga la España laica actual con el anticlericalismo de la República" y otro, más atrevido, titulaba convencido que "el Papa viene en son de guerra ". Un comentario verdaderamente marginal del discurso se convertía, así, en la gran herejía que la corrección política dominante se apresuraría a magnificar y condenar. Un enfoque beligerante que, con su fuerza para definir la situación, no permitiría comprender el fondo del resto de intervenciones del viaje. Recuerdan Ratisbona o el viaje a África? Algunos otros medios, no obstante, supieron sortear la trampa.
Lo que el Papa quería decir -lo que puede leerse-- es precisamente lo contrario al enfrentamiento: "(...) en España nacieron una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo, como pudimos ver precisamente en los años treinta. Esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, ha vuelto a reproducirse de nuevo en la España actual. Por eso, el futuro de la fe y del encuentro -no del enfrentamiento, sino del encuentro- entre fe y laicidad, tienen un foco central también en la cultura española".

Benedicto XVI venía a hablar del entendimiento entre secularismo y fe. O lo que es lo mismo: del encuentro entre continuidad y novedad, entre verdad y libertad y entre verdad y belleza, entre fe y vida y entre religión y sociedad. El gran objetivo del Papa es la nueva evangelización: el reencuentro del hombre con Dios. Y, desde este punto de vista, el viaje fue un éxito: el entusiasmo del pueblo fiel que -desafiando la burla socialmente aceptada respecto a la tradición cultural católica- llenó calles y plazas era innegable para cualquier observador.

Tradición y creatividad; Verdad y belleza
Cuando reflexiona sobre la Sagrada Familia, el Papa ve "una síntesis entre continuidad y novedad, tradición y creatividad". En su opinión, "Gaudí tuvo la valentía de insertarse en la gran tradición de las catedrales" pero "con una creatividad nueva, que renueva la tradición, y demuestra así la unidad y el progreso de la historia" (palabras durante el vuelo). Por ello, en la homilía de la Misa de Dedicación de la Basílica reconocía al genial arquitecto el mérito de lograr "una de las tareas más importantes hoy" como es "superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza".
Antes de aterrizar, Benedicto XVI señalaba que "la relación entre verdad y belleza es inseparable". Y fue la belleza de la nueva Basílica (magníficamente transmitida por una realización televisiva de primer nivel) el marco incomparable para lanzar un mensaje de gran carga cultural: "la dedicación de este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle, resulta un hecho de gran significado. Gaudí, con su obra, nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre. Que el secreto de la auténtica originalidad está, como decía él, en volver al origen que es Dios. Él mismo, abriendo así su espíritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Belleza misma". La verdad -que en Santiago ponía como inseparable de la libertad- queda aquí unida también con la belleza.
Y como no todo el mundo será capaz de crear estos espacios de belleza que creaba Gaudí, Benedicto XVI quiso concretar este mensaje para la gente corriente que le escuchaba: "Al contemplar admirado este recinto santo de asombrosa belleza, con tanta historia de fe, pido a Dios que en esta tierra catalana se multipliquen y consoliden nuevos testimonios de santidad, que presten al mundo el gran servicio que la Iglesia puede y debe prestar a la humanidad: ser icono de la belleza divina, llama ardiente de caridad, cauce para que el mundo crea en Aquel que Dios ha enviado".
En definitiva, el Papa ha propuesto, de nuevo, la maravillosa historia de amor entre Dios y los hombres. El ruido mediático quizá dejará poco espacio a esta verdad última que se encuentra en el corazón del cristianismo: el hombre y Dios no son enemigos, sino lo contrario, amigos. Y más que amigos: "todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad". Este es el marco que permite interpretar en su justa proporción -más moral que política- las referencias razonadas y didácticas a la concepción cristiana de la vida, la familia y el matrimonio, que ya han sido ampliamente recogidas por otros medios.
Benedicto XVI ha confirmado en Barcelona su determinación para renovar el viejo continente. Como ya se puso de manifiesto en el Reino Unido, lidera una alternativa positiva al indiferentismo donde la cultura europea posmoderna parece haberse instalado.
Un último apunte.
Desde ahora Benedicto XVI ya no será sólo el Papa de la Palabra, sino también de los gestos. ¿Qué otro gesto sería capaz de transmitir mejor la determinación de evangelizar la Europa secularizada, sino la dedicación al culto de un templo de dimensiones tan espectaculares como la Sagrada Familia en una de las capitales europeas más vanguardistas?
Por Marc Argemí, autor del blog http://bxvi.wordpress.com


Jaume Aymar: “Ahora hay que profundizar en el mensaje de la visita”
Entrevista al director de Radio Estel y del semanario “Cataluña Cristiana”
BARCELONA, lunes 8 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La invitación de Benedicto XVI a superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, la necesidad de que los avances de la medicina respeten la vida y la dignidad humana y la contribución de la fe a una sociedad más digna y esperanzadora son algunos de los mensajes destacados de la visita papal a Barcelona en los que ahora hay que profundizar.
Lo indica el director de Radio Estel y del semanario Cataluña Cristiana, el sacerdote Jaume Aymar, en la siguiente entrevista concedida a ZENIT para analizar esta visita.
Aymar también destaca que esta visita ha mostrado por primera vez el interior del templo de la Sagrada Familia y lleva a un mayor interés general por la fe.
- ¿Qué valoración global realiza de la visita del Papa a Barcelona?
Jaume Aymar: La valoración es muy positiva. En primer lugar porque es un hecho histórico que nos visite el Papa: la última visita fue hace 28 años, y esto es casi una generación. Es algo inusual.
Después, para mí, fue muy importante la dedicación de la Sagrada Familia porque es un templo que los que hemos nacido en Barcelona hemos visto crecer día a día. Ver el templo cubierto y verlo dedicado por el Santo Padre es el cumplimiento de un sueño.
También fue muy importante la visita a la Obra Benéfico-Social del Niño Dios porque era otro escenario, pero para mí fue algo elocuente y entrañable.
El Papa, si se me permite la expresión, como un abuelo que va a visitar a sus nietos el domingo por la tarde, se encontraba con unos niños discapacitados, muchos de ellos de familias humildes. Es una manera muy gráfica de decir: Estoy con vosotros, el Papa está con vosotros.
- En su opinión, ¿cuáles han sido los momentos más significativos de esta visita?
Jaume Aymar: Para mí, un momento muy emotivo fue la entrada del Papa en la Sagrada Familia. Los que estaban cerca de él nos han dicho que el Papa realmente estaba conmovido. Porque ese bosque de palmeras que es el interior de la Sagrada Familia realmente sobrecoge.
Después el momento en que entregó la bula pontificia en virtud de la cual el templo se declara basílica menor. Se notaba el gozo del [arzobispo de Barcelona] cardenal Martínez Sistach cuando la enseñó a los fieles y cuando la leyó.
También era hermosa la mirada de complicidad del Papa con las religiosas de la Obra Social del Niño Dios y los gestos de ternura con las personas allí ingresadas.
- ¿Cuáles cree que han sido sus principales mensajes?
Creo que fue muy interesante lo que dijo el Papa en la homilía: que “una de las tareas más importantes hoy es superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza”.
Es una visión de que no hay dos sociedades, la de Dios y la de los hombres, sino que es una misma sociedad humana, pero que tiene que estar abierta a lo trascendente.
También en el encuentro con discapacitados dijo que era imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico no vayan nunca en detrimento del respeto a la vida y la dignidad humana.
Cuando se despidió en el aeropuerto, hizo una buena síntesis de la visita, al decir que la Sagrada Familia y la obra social son como dos símbolos en la Barcelona de hoy de la fecundidad de esa misma fe que contribuye a crear una sociedad más digna del ser humano.
Y ese apunte final, cuando dijo que belleza, santidad y amor de Dios llevan al ser humano a vivir en el mundo con esperanza.
- ¿Cree que esos mensajes han llegado a la gente, que realmente se ha entendido lo que él quería transmitir?
Jaume Aymar: Usted recuerda que el Evangelio que se usó ayer para la dedicación de la basílica es el de Zaqueo, que se encarama a un árbol para ver a Jesús.
Esto es un poco lo que vimos ayer: la gente sencilla se encarama a una silla o agita una bandera o canta una canción o dice un eslógan. Éstas son formas de religiosidad popular, podríamos decir, que son respetables.
Jesús respetó a Zaqueo e incluso fue a comer a su casa. Me parece muy comprensible que las personas se manifiesten con formas sensibles para recibir al Papa.
Pero ciertamente, los pastores tienen que hacer un trabajo con las comunidades para profundizar en la enseñanza del Papa.
- ¿Se refiere a que de ahora hay una tarea por delante respecto a esta visita?
Jaume Aymar: Sí, ahora queda el trabajo por hacer. Hay que profundizar después de la visita, igual que ha habido una preparación a ella.
- ¿En concreto qué impacto cree que está teniendo y va a tener esta visita en Barcelona y en el mundo?
Jaume Aymar: Creo que para muchos ha sido la ocasión de descubrir el templo de la Sagrada Familia, empezando por los propios barceloneses, que no la habían visto acabada.
Estaba con andamios, y ayer fue el primer día que se pudo ver, ya fuera estando presente en su interior o gracias a las cámaras de televisión y a la magnífica transmisión que hizo TV3.
La Sagrada Familia ya es uno de los monumentos más visitados, pero a partir de esta visita, lo será mucho más.
La visita de un papa lleva también a un interés por la fe. Esta mañana mismo, estaba en una radio pública y me decía el locutor, que se defínía como no creyente: “Estos días he aprendido mucho”.
Para la gente no creyente, o creyente no practicante, la visita de un papa puede ser una ocasión para interesarse otra vez por el fenómeno religioso y cristiano.
- ¿Qué opina de la cobertura informativa que ha recibido la visita?
Jaume Aymar: Creo que ha sido realmente extraordinaria y que Barcelona ha estado a la altura de las circunstancias.
En el centro de prensa que se habilitó en el Museo Marítimo de las Atarazanas había periodistas de todo el mundo.
Por parte de nuestros medios, estamos contentos de cómo se ha llevado a cabo la organización, con las lógicas dificultades y fallos que se puedan tener, pero la valoración es muy positiva.
Se hablaba de 150 millones de espectadores: es una cobertura y una difusión extraordinaria.
Como director de Cataluña Cristiana, quiero agradecer al diario La Vanguardia que en su suplemento del sábado encartaraCataluña Cristiana, con una tirada de 150.000 ejemplares, que es una tirada histórica para nuestro semanario.
-¿Y respecto a la cobertura de otros medios más externos?
Jaume Aymar: Se ha hecho un esfuerzo incluso de normalización del lenguaje religioso. La nuestra es una sociedad que en la que muchos tienen una ignorancia importante del hecho religioso.
En este sentido, por ejemplo, la corporación catalana de medios de comunicación ha elaborado un portal lingüístico,esadir.cat, que incluye un glosario muy interesante de términos religiosos de utilidad para los periodistas y comunicadores.
Creo que esto es muy importante. Ha sido un buen servicio, un documento elaborado expresamente para esta visita, que explica qué es una mitra, un báculo, los tratamientos,...
Se han reflejado también las actitudes contrarias a la visita del Papa, pero los medios lo han hecho porque las hay, estamos en una sociedad plural.
Sin embargo, lo más grave, lo más preocupante no es eso, sino la indiferencia. Ya lo decía la beata Teresa de Calcuta: el peor mal es la indiferencia.
Si alguien se opone la visita, con sus razones, es atendible. Los que preocupan son los indiferentes o ajenos a una visita así.
- Y no ha sido el caso.
Jaume Aymar: No, los medios no han sido indiferentes. Han hecho realmente un despliegue informativo y de seguimiento muy notables.
- ¿Por qué cree que las palabras del Papa sobre el secularismo actual en España, que comparó al de los años 30, han suscitado tantos comentarios?
Jaume Aymar: La conversación del Papa con los periodistas en el avión es una conversación informal, es un momento de cercanía, pero creo que sus palabras son acertadas: es cierto que entre nosotros hay un anticlericalismo y un laicismo beligerante, eso está ahí.
Lo que pasa es que siempre que hay una comparación con otros periodos de la historia, hay que contextualizar mucho más, quizás no se puede hacer en una simple conversación en el avión, sino que merecería sentarse y explicarlo con más detenimiento porque si no, puede extrapolarse y desvirtuarse lo que el Papa creo que quería decir.
- ¿Qué cree usted que quería decir?
Jaume Aymar: El Papa es una persona de diálogo, esto es innegable. Estos días se ha publicado, por ejemplo, en La Vanguardia del domingo pasado, el diálogo que él, en 2004, cuando era el cardenal Ratzinger, sostuvo con Jürgen Habermas. Ahí el Papa habla con más profundidad de todo el tema del diálogo con la modernidad, por ejemplo. Creo que también hay que leer estas cosas.
Como decía el padre Lombardi ayer en Barcelona, no había una voluntad polémica del Papa, no buscaba la confrontación, porque él busca el diálogo.
Pero cada uno habla también desde su experiencia y este Papa ha vivido el siglo XX y sabe lo que es el régimen de locura que fue el nazismo; ha vivido en su vida momentos difíciles también.
Cuando se hizo sacerdote, decía en una carta reciente a los seminaristas, un oficial le preguntó qué quería ser en el futuro y él dijo: “sacerdote católico”, y el oficial le dijo que buscara otra cosa porque no habría curas. Esas cosas no se pueden olvidar, en la biografía de la persona.
- ¿Qué le parece el recibimiento que se le ha dado al Papa en Barcelona?
Jaume Aymar: Muy bueno. Los catalanes somos sobrios, ésa es la verdad. Y creo que esta sobriedad ya se vivió en la visita de Juan Pablo II hace 28 años.
Pero también entre nosotros hay grupos, hay movimientos que son más expresivos. Y creo que se han visto estas actitudes: la de sobriedad de personas que se alegran y muestran cariño y los que son más ruidosos, más espontáneos, que también conviven muchos entre nosotros y otros vienen de otras partes de España.
- Pero el recibimiento de Barcelona a Juan Pablo II en 1982 fue muy diferente al de 2010.
Jaume Aymar: La sociedad, desde el año 82 a hoy, ha cambiado mucho, la de todo el mundo y también la barcelonesa: en estos años ha caído el Muro, han caído las Torres Gemelas y hemos pasado de una sociedad monocultural a una sociedad multicultural. La pluralidad es muy creciente.
Hemos pasado de ser seis millones de catalanes a siete y medio, muchos de los cuales son nacidos fuera. Todo esto no se puede ignorar. Ha cambiado el perfil de Barcelona.
Por Patricia Navas



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