El espíritu es el que da vida.
De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado.
Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
La letra mata, pero el Espíritu da vida.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho.
Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Nadie puede exclamar: «¡Jesús es el Señor!», sino por el Espíritu Santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario