jueves, 9 de diciembre de 2010

La esperanza, según Benedicto XVI: la Gracia es más grande que el pecado

La lección de la solemnidad de la Inmaculada Concepción
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 8 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- La esperanza del creyente se fundamenta en la convicción de que la Gracia de Dios es mas grande que el pecado, aseguró Benedicto XVI este miércoles, al sacar la lección central que presenta la solemnidad de la Inmaculada Concepción.Por este motivo, aseguró a mediodía a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus, "el misterio de la Inmaculada Concepción es fuente de luz interior, de esperanza y de consuelo".
La misericordia es más potente que el mal
Horas antes de dejar el Vaticano para rendir homenaje ante la imagen de la Inmaculada que se encuentra en la plaza de España, en el centro de Roma, el obispo de Roma reconoció que "en medio de las pruebas de la vida, y especialmente de las contradicciones que experimenta el hombre en su interior y a su alrededor, María, Madre de Cristo, nos dice que la Gracia es más grande que el pecado, que la misericordia de Dios es más potente que el mal y sabe transformarlo en bien".
"Por desgracia --subrayó--, cada día, nosotros experimentamos el mal, que se manifiesta de muchas maneras en las relaciones y en los acontecimientos, pero que tiene su raíz en el corazón del hombre, un corazón herido, enfermo, incapaz de curarse por sí solo".
El pontífice explicó que la Sagrada Escritura nos revela que en el origen de todo mal "se encuentra la desobediencia a la voluntad de Dios, y que la muerte ha dominado porque la libertad humana ha cedido a la tentación del Maligno".
El dogma de la Inmaculada
Explicó el misterio de la Inmaculada Concepción, diferente al de su virginal maternidad, recordando que "Dios no desfallece en su designio de amor y de vida: a través de un largo y paciente camino de reconciliación, ha preparado la alianza nueva y eterna, sellada con la sangre de su Hijo, que para ofrecerse a sí mismo en expiación 'nació de mujer'".
"Esta mujer, la Virgen María, se benefició de manera anticipada de la muerte redentora de su Hijo y desde la concepción quedó preservada del contagio de la culpa. Por este motivo, con su corazón inmaculado, nos dice: confiad en Jesús, Él os salva", aclara para explicar este dogma.
El dogma de la Inmaculada, si bien se fundamenta en doctrina de origen apostólico, fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula "Ineffabilis Deus".

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