viernes, 15 de octubre de 2010

“Europa es cada vez más islámicamente correcta”


Tras convertirse del islam al catolicismo, Magdi Cristiano Allam vive amenazado de muerte mientras trabaja por preservar la identidad cristiana de Europa


Texto y traducción: Rodrigo Téllez López de Lara
La vida de Magdi Allam dio un giro de 180 grados hace dos años. De origen egipcio, musulmán y, por aquel entonces, vicedirector del periódico Corriere della Sera, recibió el Bautismo, la Confirmación y la Comunión de manos de Benedicto XVI el 22 de marzo de 2008. Inspirado por las palabras del Papa, Magdi Cristiano Allam (nombre que adoptó tras su conversión), busca ahora en la política poner en práctica los valores cristianos.
¿Qué fue lo que más le llamó la atención del cristianismo para tomar la decisión convertirse?
Seguramente los testimonios de fe de hombres y mujeres que han sido capaces de revivir la presencia de Jesús a través de acciones que corresponden al bien común. Aunque de todos los testimonios, el que más me ha fascinado es el de este Papa, Benedicto XVI, que ha sido capaz de encarnar el binomio indisoluble de fe y razón. Él me ayudó a recorrer un camino interior partiendo de valores no negociables –como él los define correctamente–. Valores como la fe en la sacralidad de la vida –desde la concepción hasta la muerte natural–, la dignidad de la persona como centro de la construcción de una sociedad y el respeto a la libertad religiosa como aspecto principal de la libertad de elección.
En el momento en el que comprendí de manera racional que estosvalores no negociables corresponden a la dimensión trascendente del cristianismo auténtico, es imposible no preguntarse sobre su bondad. Así, en un cierto punto de este camino de espiritualidad interior, acogí dentro de mí el don de la fe cristiana y recibí el regalo más bello de mi vida, cuando el 22 de marzo del 2008, en la noche de la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro en Roma, recibí el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía de manos del Papa.
¿Usted decidió ponerse el nombre de Cristiano?
Sí, lo he elegido yo.
¿Por qué?
Quise que fuera absolutamente evidente mi plena adhesión al cristianismo. Y vi en san Cristiano a una figura que corresponde al compromiso de testimonio, en un contexto donde se quiere afirmar la verdad principalmente a través de las obras buenas.
Este testimonio cristiano, ¿tiene que ver con su compromiso político?
En la segunda mitad de 2008, Benedicto XVI habló en dos ocasiones de su deseo de ver a una nueva generación de católicos comprometidos con la política, entendida, sobre todo, como servicio al bien común. Pablo VI la definió como “la más alta forma de caridad cristiana”.
Hoy creo firmemente que tenemos que estar comprometidos en la política para proponer el bien común, para que en el centro del modelo de desarrollo económico y social se ponga la dignidad de la persona. Veo que la política es parte integrante de un testimonio cristiano, porque la propia política se funda sobre valores y persigue el bien común.
Como musulmán convertido al catolicismo, ¿cree que hay una lucha por descristianizar Europa?
Estoy extremadamente preocupado por la situación general de Europa, cada vez más descristianizada, relativista, laicista e islámicamente correcta. Hay una crisis objetiva de espiritualidad que se traduce en una presencia cada vez menor de fieles en las iglesias y en una falta de vocaciones religiosas, al mismo tiempo que hay una creciente actitud de hostilidad hacia el cristianismo que ha llevado, por ejemplo, a que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos haya pedido en Italia quitar los crucifijos de las aulas. Todo esto, bajo el silencio general de una Europa que, al mismo tiempo, condena el resultado de un referéndum popular en Suiza contra la presencia de minaretes.
Esta realidad de Europa, que se avergüenza de sus propias raíces judeocristianas, que niega su propia identidad y que defiende al mismo tiempo el islam como religión –y sus mezquitas y minaretes–, es una Europa cada vez más sometida. La pérdida de la fe, de los valores, de su identidad, la acabará convirtiendo en una tierra de conquista a la que hay que someter.
Usted vive esa incongruencia en primera persona al llevar un escolta por las amenazas de muerte de fundamentalistas musulmanes.
Estoy tranquilo. Soy una persona que sigue adelante en la vida, con la fuerza de la propia fe, de los propios valores, de las propias ideas. Tengo valores sólidos, absolutos y universales en los que creo y que me empeño en afirmar. Y aunque esto se traduce en un riesgo para mi incolumidad física, para mi vida, lo vivo con gran tranquilidad. El Estado italiano lleva siete años facilitándome un escolta del Cuerpo de los Carabineros que agradezco, y gracias a esta tutela he podido continuar expresando libremente mi pensamiento, antes a través de la escritura como periodista y ahora como político, primero en el Parlamento Europeo y ahora en Basilicata, donde me encuentro en plena campaña electoral por la presidencia de la región.  
De los diarios a la política
Magdi Cristiano Allam, casado y padre de cuatro hijos, nació en El Cairo (Egipto) en 1952. De padres musulmanes, por insistencia materna estudió en colegios católicos donde comenzó a familiarizarse con Occidente. Con 20 años, emigró a Italia y se graduó en Sociología en la Universidad de La Sapienza de Roma. Desde entonces, comenzó una larga trayectoria como colaborador de varios periódicos como Il Manifiesto, La Repubblica y el Corriere della Sera, del que llega a ser editorialista y vicedirector.
En 2008 abrazó el catolicismo y poco tiempo después comenzó su carrera política, fundando el partido Io amo l’Italia (Yo amo a Italia), desde donde promueve una reforma ética de la cultura política y de las instituciones públicas en este país.

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